Myriam Swanson

La canción de las 14:05. Lunes de febrero casi primaveral. Noche cerrada. En algún lugar de Carabanchel resuena una frase: “No importa lo profundo que llegues en una postura; lo que importa es quién eres cuando llegas allí”. Habla de yoga, claro. De la vida también. De vuelta a casa, suena Myriam Swanson y este poderosísimo Calígula. Y duermo bien.

Patronato

La canción de las 14:03. Hartito de la llegada diaria de cientos de virus rusos como comentarios a las preciosas canciones que por aquí pululan, hoy provoco buscando, por fin, el cabreo real. Los Patronato debutan desde Madrid con una canción mucho más que pegadiza que recuerda una visita de Zelenski a Granada. Os mantendré informados, sobre todo, informadas, sobre las cirílicas barbaridades que recogerá mi inocente buzón. Claro que si vosotros, más bien, vosotras, me escribís, mucho mejor.

HORROCRUX

La canción de las 14:19. Busco, pelín asustado, qué es un horrocrux, si es que es algo. La respuesta me lleva a Harry Potter y ahí, por completa falta de interés, lo dejo. Detrás de HORROCRUX, así, con mayúsculas y todo, está un chaval de Hospitalet llamado Roger Solanes, del que, a buen seguro, habréis escuchado hablar por primera vez en este cada vez más modesto blog de música e ilusiones. Lo digo por aquello de recordar dónde fue cuando se haga famoso, o, peor incluso, viral. Roger está mal y tiene miedo de admitir (te) que no está bien. Aquí, mi hombro, brillante Roger. Esperemos juntos a que el tiempo pase.

Florenziano

La canción de las 14:11. Últimamente vivo a caballo entre los siglos XVIII y XIX. Y qué queréis que os diga; se está hasta calentito. En aquella época también había locos sanguinarios, pero todavía no se había inventado el altavoz. Al volver y, por fin, sentarme: música. Florenziano es de Murcia y autor de este estupendo Yo soy Flo. En aquellos tiempos por los que a ratos transito le habrían quemado en la hoguera.

Mario Andreu

La canción de las 14:13. Si no supiera que Burgos está donde está; si no echara de menos tanto los paseos que por allí me di con mi tío; si no recordara aparcar donde no debía el coche de mi padre al lado de Capitanía General… Si no supiera todo eso, y más, apostaría con cualquiera que quisiera perder que este joven Mario Andreu habría nacido, qué sé yo, en Connecticut. Su reciente y precioso EP, Five windows, no puede ser más americano y menos burgalés. Disfruten sin mesura, que los límites no tienen acordes.