La canción de las 15:12. Recuerdo el piso y la letra de algunos pisos en los que viví; de otros, no. Hubo un original Primero B, luego más, y ahora un reiterativo Cuarto Cuatro; allí, al fondo a la derecha, como los servicios de los restaurantes, pero en un pasillo sacado de un hotel neoyorquino que, a ciertas horas, da pelín de canguelo. En un Quinto Cuarta coincidieron cuatro chavales de Cornellá, estudiantes de Universidad, para empezar a tocar. Y tocaron.