Quincalla

La canción de las 15:22. Últimamente, no participo del regocijo general que provocan determinadas manifestaciones, ni las artísticas ni, mucho menos, las otras. Así soy de rarito. En cambio, siempre me gustó ese cine quinqui que tantas alabanzas e interés despierta actualmente. Su explosión me pilló en la edad idónea para ver, a volumen bajito y en devoción constante, las pelis del irrepetible Eloy de la Iglesia, entre otros muchos clásicos del genero. El adjetivo quinqui es propio de aquellos que comerciaban con la quincalla; baratijas de metal, para entendernos. Un grupo llamado Quincalla solo podía proceder de Vallecas, mi segundo barrio madrileño favorito, y únicamente se podía mover por las imbatibles lindes del funky rock más catedralicio.

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