La canción de las 17:55. Hubo un tiempo, ciertamente añorado, en el que me dio por organizar conciertos. Lo hice en mi segunda casa, el mágico Centenera, y nunca se me olvidarán los nervios que pasaba en su puerta, siempre con frío, los duros jueves del invierno charro, esperando una masiva llegada de público que, salvo alguna que otra histórica excepción, nunca se llegaba a producir. Lo que allí sonó siempre fue de calidad, por más que a algunos de los invitados solo los conociera yo. Uno de los mejores fue, sin duda, el mallorquín Carlos Oliver, quien actúa bajo la americanísima apariencia y denominación de Paul Zinnard. El concierto fue estupendo aunque que, por motivos que no vienen al caso, la noche acabara como el rosario de la aurora. Qué tiempos. Y qué nervios, pero también qué satisfacción de ver disfrutar así a la gente.
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El tiempo ha pasado y el señor Oliver sigue recetando discazos la mar de elegantes. Hoy comparto este luminoso I was the king porque, ¡viva yo!, en un rato voy a volver a disfrutar de su directo. Solo os digo que me voy a perder al Atleti por sonreír al ritmo de mis pies y de su música. Poca cosa no es.