La canción de las 19:04. Diríase que el pasado fin de semana quien no estuvo en un festival es que, directamente, no vivió. Lo desmiento; de modo categórico, incluso, y con extenso muestrario de pruebas fehacientes. Escuché exageraciones por doquier. Leí maravillas de conciertos de tipos con nombres extranjeros. Tenían razón, seguro. Ahora bien, la envidia, la selectiva digo, se centró en aquellos que disfrutaron con un concierto de ese altiricón dominicano llamado Juan Luis y apellidado Guerra. Estaba pensando en él, en esa visa para un sueño cantada a voz en grito por miles de inmigrantes americanos en nuestro país, y surgió la magia. En el aleatorio del Spoty se me cruzó un tremendo peruano residente en Madrid que, además de apellido, comparte talento y ritmazo. ¡Vamos allá!