La canción de las 16:24. Al maestro también se le enseña. Una de las más fieles consumidoras de este modesto blog de música e ilusiones me descubre al jovencísimo Manu Llovo. Solo instantes después de fustigarme por no ser yo, como acostumbro, el propagador de talento, comparto su última creación. Ya no llevo anillo; de hacerlo, ningún problema en dejarlo caer.