La canción de las 18:32. Veo en la tele a gente con la que Berlanga y Azcona completarían una hipotética tetralogía de La escopeta nacional. Habito en la delgada línea que separa el esperpento del cierto miedito, a ratos, más lo primero; de cuando en vez, algo de lo segundo. Nosotros tenemos a Berlanga. Los franceses, a Louis de Funes. Carlos Ynduráin conserva el talento para rimar sin casi quererlo. Con Berlanga y Azcona tristemente desaparecidos, larguísima vida a Los lagos de Hinault.