La canción de las 15:18. Acabemos con aquella patraña de un caramelo a la puerta del colegio. No hay nada que dure menos que el entretiempo en la capital. Tan breve que ni siquiera se puede saber si es bueno. Como para saber cómo lo será dos veces. Apareció el viernes, así de sopetón y el sábado a mediodía ya nos estaba sobrando tiempo para rezar una oración por su alma. Busco música de calorcito, no de turre inmisericorde. Y la encuentro, claro, en Asturias. Allí, Natalia Quintanal, antes con Nosoträsh, sigue haciendo canciones, ahora bajo el nombre de La Villana. Sin pensar en ninguna cercana, decido disfrutar de sus hipnóticos Juramentos. Y lo consigo.
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