La canción de las 15:44. Vivo aún, absolutamente encantado y feliz, en el concierto que el viernes nos regalaron Ángel Stanich, sus cuatro secuaces habituales y el montón de brillantes colaboradores que subieron a aquel escenario para convertir una noche más en otra para el recuerdo eterno. Vivo aún, digo, y de allí no me apetece demasiado salir. Pero como me debo a mi público, escojo un proyecto musical random, que dice ahora la chavalada ilustrada haciéndome regresar a aquella tecla del Spectrum 48, y llego a Fútbol fantasma, un chico llamado Pablo, al que felicito sinceramente por el fabuloso nombre elegido. No sé si también por haberse pillado una infección con la cantante y periodista Isatofu. A lo mejor, sí. Por cierto, ¿conocerán a Stanich?