La canción de las 18:45. Cuando me gustaba el fútbol, me daba cuenta de lo mayor que era cuando se retiraban los hijos de los jugadores que marcaron mi infancia. Ahora que participo cada vez menos del innoble arte del trile, el engaño y la constante ficción, sé lo mayor que soy cuando adorables hijas de amigos, sobrinas sin necesidad de sangre, me pasan música que hacen sus amigas. Escucho este juvenil y candoroso Jamás / Quizás sin prestar atención al nombre del grupo. Cuando, entre toneladas de curro, le echo un vistazo, todo cuadra.