La canción de las 18:40. Me confieso amante de las batallas perdidas. Sé que no tengo nada que hacer, pero golpeo, una y otra vez, contra la pared de la modernidad. Mi edad, provecta, insisto, me lo permite. Llevo mal, por ejemplo, la ausencia del signo inicial de exclamación, no digamos ya del de interrogación. Me pregunto qué ha hecho el pobre para semejante indignidad y no acierto a adivinarlo. También en esto, pierdo. Gonzalo Barbero, madrileño del 97, dejó su anterior grupo, Carrera, para hacer lo mismo, pero en solitario. Ahora se llama Corte! y me gusta igual, o más, que antes.