La canción de las 15:31. Desatendí mis obligaciones musicales porque mi profesión de estos últimos días ha sido devorador de kilómetros. Entre un ciento de ellos y el siguiente, es verdad que he preguntado cosas a gente acompañado de realizador, el mejor, por cierto, cámara y focos, pero básicamente el asunto ha estado en carretera tras ciudad, ciudad tras carretera. De vuelta, regreso a mis orígenes. Mucho antes de que para el genial Jero Romero se convirtieran en indispensables, ya lo eran bastante para mí los componentes de Cómo vivir en el campo. Su Amor y pedagogía me encantó y su particularísima versión del mítico Ritmo de la noche se encargó de confirmar mis mejores presagios. Regresan con este arrebatador El mundo no me debe nada, donde la exquisita voz de Pedro Arranz vuelve a imperar. Y que así siga.