La canción de las 15:32. Leo que La persistencia de la memoria, uno de mis cuadros favoritos de la vida, es enano. Lo leo, en realidad, para confirmar lo que vi un día al otro lado del charco. No mucho más de un palmo de largo; poco menos de palmo y medio de alto. Dalí tenía esas cosas. Puede que yo sea persistente. Me gusta la gente así. La poeta valenciana Carolina Otero también lo es. Hace mil años me la encontré cantando pop luminoso en inglés. Ahora, tiempo después, la reencuentro en excelente castellano y en la misma compañía, la de The Someone Elses. Y es una alegría casi más grande que haber visto, aquel día y desde muy cerquita, el cuadro de marras.