La canción de las 15:42. Viví la confesión de Sánchez con más nervios que cuando, en Nochevieja, me como tres uvas en los cuartos en previsión de hipotéticos desatranques. Con la seguridad de que el perro es, cada vez, más amigo del hombre, me dedico a lo mío, a buscar y compartir la mejor música nacional del momento. Cuando conocí a los jienenses Blam de Lam, el actual presidente solo era un virtuoso escritor de tweets proféticos. Ahora que, feliz y dichoso, me reencuentro con ellos, más planetarios que nunca, Sánchez sigue siendo un virtuoso. No tengo muy claro aún de qué, pero virtuoso, al fin y al cabo.