La canción de las 17:37. Gracias a que en medio de la cena de Nochebuena sigue existiendo Twitter y que la Red pasa de las vacuas palabras regias, entre langostino y langostillo me llega la noticia de la muerte de Germán Coppini. Y la mente, aún sabiendo que son muy malos tiempos para la lírica, me recuerda que no mire a los ojos de la gente. Curioso enfermizo como soy, le seguiré llevando la contraria pero siempre recordaré su particularísima voz y su innegable talento.