La canción de las 19:07. Mala costumbre aquella de llamar por el apellido a compañeros de clase. Luego, cuando el tiempo pasa, te los cruzas por la calle y no sabemos cómo llamarles. En sexto había uno apellidado Merino que tenía dientes de vampiro; nunca más volví a verle. Tropiezo ahora, gustoso, con Sandra Merino, que tiene una voz para que no se te olvide nunca. Del notable disco que ha sacado, junto a Álex Gallego, me quedo con esta preciosa nana titulada Etérea Melodía. Durmamos, pues, por más que queden horas de sol.
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