La canción de las 15:33. A Chesterton, que, que yo sepa, no jugaba en el Arsenal sino que era un eximio escritor, le preguntaron un día por la opinión que tenía de los franceses. “No lo sé, no los conozco a todos”, respondió y tan ancho se quedó. Del mismo modo, nadie ha escuchado todos los discos que se han hecho en lo que va de año en este país, pero gente de la que me fío, siempre me cita este como EL MEJOR. La cantaora onubense Rocío Márquez se ha aliado con el jerezano Santiago Gonzalo, conocido en los ámbitos electrónicos como Bronquio, para, como bien dice la chavalada del momento, pasarse el juego. Y ambos lo han conseguido. De la barbaridad que supone Tercer Cielo se seguirá hablando en décadas posteriores. Una vez dentro, me quedo con lo más rompedor, disruptivo dicen ahora los modernos; los ocho minutos tremendos de El corte más limpio. Arriesgaos, que, al lado de semejante osadía, es poca cosa.
Mes: PMñ2022 f32452022-07-13T14:32:45+01:00pmmiércoles
Irenegarry
La canción de las 15:31. Cuando, hace un par de años, compartí por aquí algo de lo buenísimo que ya hacía Irenegarry, yo no sabía que era una de las cuatro componentes de Shego. Ahora que lo sé, fuentes cercanas dignas de toda solvencia me comunican que ya no forma parte del grupo. Informado que estoy. A lo que voy. La alicantina Irene Garrido, en solitario o en osada formación, continúa haciendo cosas tan buenas como actuales. Tardé en asumir que era una story de Instagram de lo que hablaba en Contéstame a la historia, pero lo justo para disfrutar de varias canciones en una y, sobre todo, del mítico verso Tampoco me gustas tanto / no te conozco de nada / ojalá votes a Vox / y así me olvide de tu cara que ya, por sí solo, vale por todo el tema y por la carrera artística de más de uno. Y de una.
Martín Guerra
La canción de las 19:04. Diríase que el pasado fin de semana quien no estuvo en un festival es que, directamente, no vivió. Lo desmiento; de modo categórico, incluso, y con extenso muestrario de pruebas fehacientes. Escuché exageraciones por doquier. Leí maravillas de conciertos de tipos con nombres extranjeros. Tenían razón, seguro. Ahora bien, la envidia, la selectiva digo, se centró en aquellos que disfrutaron con un concierto de ese altiricón dominicano llamado Juan Luis y apellidado Guerra. Estaba pensando en él, en esa visa para un sueño cantada a voz en grito por miles de inmigrantes americanos en nuestro país, y surgió la magia. En el aleatorio del Spoty se me cruzó un tremendo peruano residente en Madrid que, además de apellido, comparte talento y ritmazo. ¡Vamos allá!
Juan Azul
La canción de las 13:51. Llevado por la emoción de un sábado social me decido a compartir música, también, en domingo. Llamadme osado. Primero, un par de tonterías: hoy está el cielo como Juan. Y dos, si Juan Azul se hiciera llamar John Blue, algún equipo de fútbol pagaría millones por él. Ahora, a lo relevante. Juan Fernández-Savater ha comenzado a hacer canciones en solitario. Escucho, en medio de la tropical calentura, este original Vampirillos y no te puedo parar. Repito, no puedo parar. Al menos, sudo contento.
Tacho y Rita Payés
La canción de las 12:04. No recuerdo el último sábado en el que compartí música. Y tengo memoria privilegiada. Hoy, al poder, no dudé en hacerlo. Y ha sido un bolero el que me ha elegido a mí, que no al revés, interpretado por Sergi Aragó, Tacho para el mundo de la canción, y la joven Rita Payés, habitual ya por estos lares. Bolero urbano, brillante binomio lingüístico para describir este abrigador Te quiero seducir, pleno de dulzura, justo, justo, lo que hoy necesitaba.
Masoniería
La canción de las 15:05. Hace años que no voy a un karaoke. Tuvimos una época de jóvenes periodistas en la que frecuentábamos el mítico Sinatra’s de mi localidad natal. Yo iba allí a reír, nunca a cantar. Y siempre conseguí las dos cosas, básicamente porque algunos de mis compañeros eran desternillantes y porque el umbral del ridículo me hacía inconcebible, si quiera, intentar lo segundo. Hoy, en muy laboral y más caluroso viernes de julio, me tropiezo, tantos años después, con otro karaoke. Sonia Montoya hace synth pop bajo la curiosa denominación de Masoniería. En otros tiempos tendría un problema. Ahora, ninguno.
Perrate
La canción de las 15:31. Viajo y olvido. Tiene eso de bueno. De malo, que no puedo compartir música. Vuelvo, y aún exhausto, no pierdo tiempo. Lo escribí alguna vez, mas lo repito porque no sé si alguien lo leyó: no me llevó quien me tuviera que llevar por los caminos del flamenco, pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, me dejo guiar por los que saben. Me dijeron que escuchara a Tomás Fernández Soto, gitano de Utrera, al que dicen Tomás de Perrate. Y ojito. De la mano del felizmente ubicuo Raül Fernández, Refree en los carteles, ha hecho un discazo. En este fandango ecuménico titulado Tres golpes, creo escuchar hasta un coro africano, no digo más. Bueno, sí. Dadle al clic aquí debajo. Como siempre, me lo agradeceréis.
Diego Vasallo
La canción de las 14:21. Tengo a un amigo al que, en su juventud, que fue la nuestra, no nos cansábamos de buscarle parecidos poco razonables: una noche veíamos en él a Diego Vasallo; a la siguiente, le llamábamos Sergio, porque algunos lo confundíamos con Dalma. En tiempos oscuros, recupero hoy a Vasallo, la mitad más ronca de Duncan Dhu. El donostiarra participa en el disco homenaje que se le está haciendo al grandísimo Rafael Berrio, tristemente desaparecido, y que, a buen seguro, volverá a aparecer en este mismo, hoy triste además de modesto, blog de música e ilusiones. “No solo de amor, del aire también se vive“, canta. Y así será.