La canción de las 12:35. Dadme fútbol y música y moveré mi mundo. Los míticos jugadores brasileños siempre tuvieron el doble encanto de su maravillosa forma de jugar y de sus atrabiliarios nombres compuestos. Zico, ese fantástico futbolista que me lleva a mis primeros recuerdos balompédicos, fue bautizado Artur Antunes Coimbra. Memoria, talento de los tontos, talento de dudosa finalidad. Un proyecto musical que se llame Zico no puede ser desechado en este blog de notas imperdibles. Para colmo, suena bien. Casi, casi, como aquel gol en el Mundial 82.