Sonorama '15. Yo solo quería que me llevaras a bailar… Y me llevaste

Es la segunda vez que voy a Aranda a pasar la mitad de agosto y aún no me lo explico. Ni por qué no iba antes ni por qué pasa lo que solo pasa allí. Si lo que pasa en Sonorama se queda en Sonorama, seré yo quien también lo rompa. Porque quiero contar lo, poco, que vi. Porque es imposible escuchar tanta música en tan poco tiempo. Porque es directamente flipante que Aranda se llene muy por encima de sus posibilidades y que no suceda nada, más allá de risas, ambiente fantástico y varias y curiosísimas emociones. Hay peros, que nadie es perfecto, pero que yo sepa no fueron más allá de fallos en los autobuses o en la higiene de algunos servicios comunitarios. Poco, en mi opinión, cuando lo que se organizan son tres días y medio de constante actividad musical, culinaria y festiva que deja, literal, con los sentidos abiertos de par en par.
Especialmente, el del oído. Artistas y miles de asistentes aparte, los grandes triunfadores del Sonorama son, en mi modesta opinión, los encargados del sonido. Es, sin más, perfecto. A todas horas del día y de la noche. En todos los escenarios posibles. Con apenas veinte minutos para cambiar entre grupo y grupo. Una auténtica pasada de la que todos los festivales que se llevan a cabo en este país deberían de aprender. Porque se puede hacer. Como bien quedó demostrado en este 18 cumpleaños del ya mítico de Aranda de Duero.
smile
Y ahora, al lío. Por una vez me pondré el disfraz de periodista objetivo para escribir solo a cerca de lo que vi. Aunque, como se verá, me lo quitaré gustosamente para ponerme la capa del subjetivo, de ese que se guía solo por lo que siente y disfruta, o no. Empecemos por el principio. Y ese no pudo ser mejor. A las siete de la tarde del viernes, (más de un británico se perdería con la puntualidad estricta que exhibe todo el Sonorama), asistí al despendole que es un concierto de Smile, con ese inglés de Getxo llamado Jonh Franks al frente, que acaba cantando entre el público para regocijo de todos.
Sin solución de continuidad, que nunca he sabido qué quiere decir, pero que lo decía el clásico, que por cierto, tampoco sé quién era; en fin, que después, y todo seguido: Julián Maeso, Jacobo Serra, Grupo de Expertos Sol y Nieve, Arizona Baby y el mejor artista que ha dado Toledo desde que El Greco se exilió de Creta. Si no fuera porque en ellos quiero botar y saltar, vería todos los conciertos de Jero Romero de rodillas. De allí, a todo correr, a estrenarme con Caléxico, banda sureña con gusto por la cumbia y la mejor música latinoamericana, que parecieron estar un poco fuera del festival, aunque a mí personalmente, me gustaron. Y bastante.
Pasaron muchísimas más cosas ese viernes, pero me fui a dormir. Disculpas por mi ausencia.
Un día contaré a mis sobrinos que yo estuve en la plaza del Trigo de Aranda de Duero a las tres de la tarde del sábado 15 de agosto de 2015. Allí, y gracias a Ángel Carmona y a su fantástico proyecto solidario Leaozinho –http://leaozinho.net/– se produjo el milagro. Ese homenaje a la música que ha hecho del Sonorama lo que ya todos sabemos que es, cantado por la gente que ha crecido a sus faldas. La lista de canciones e intérpretes, irrepetible, fue la siguiente: “Tournedó”, de Iván Ferreiro cantada por Xoel López, “Ser brigada”, de León Benavente, por Pucho de Vetusta Morla. “Que no”, de Deluxe, por Zahara, “Mi realidad”, de Lori Meyers, por Ángel Stanich, “On my mind“, de The Sunday Drivers por John Franks, de Smile y, para completar el mágico círculo, “Club de Fans de John Boy”, de Love of Lesbian por Marc Ros, de Sidonie. Nada más y nada menos. Fue el acabose, amigos.
Antes del brutal desparrame, me gustaron, mucho, los bilbaínos Señores, y muchísimo, los madrileños Rufus T. Firefly, con esas dos potentísimas chicas a cargo de la base rítimica de un grupo que, sin duda, ocupara el ya famoso escenario principal el año que viene. A todo esto, aún tuve tiempo de pasarlo teta con Fetén Fetén en la vecina plaza de la Sal. Solo un dato: acabaron el concierto entre el publico tocando Diego Galaz una huesera pastoril y Jorge Arribas una ¡silla de camping! Como lo estáis leyendo. “Por el puente de Aranda” salió de los agujeros hechos sobre aquel ligero aposento de hierro. Para verlo.
xoel
Y ya por la tarde y la noche, la cita con el más grande. Sin duda. Sin ninguna duda. Como que yo estaba allí. Como que él estaba solo. Con guitarra y piano. Y lloré, claro que lloré. Cómo no. Yo solo quería que me llevaras a bailar, cantó Xoel López. Y él me llevó. A mí y a los que apenas le dejábamos seguir cantando entre himno e himno. Fue emocionante. Y más al acordarme de mis ausentes amigos lánguidos. El artista del renacimiento, el gallego universal, el genio normal que se emociona con los dibujos de mi ahijada Sara y de su hermanita Teresa. Ese mismo, lo volvió a hacer. Y yo estuve allí. Y, siempre que me dejen, no dejaré de contarlo. “20 años de carrera soñando con un concierto así”, dijo después de la exhibición el tal López. Bien pensado, yo, un par de décadas más.
Si álgido significa lo que se supone que quiere decir, aquella hora de inolvidable concierto fue el punto de todo el Festival. Después, obvio, hubo cosas. Muchas: me reí con Bigott a la par que disfrutaba con su buenísima música, escuché con mucho más que aprecio a Neuman, pillé el final del concierto de Eladio y los seres queridos y me imaginé que había sido tan buenísimo como los dos que ya les he visto este año, juré darme otra oportunidad con el original proyecto electrónico de Majestad, aluciné con los dos baterías portugueses de Paus y, según me iba a descansar, los chicos de Sidonie me sacaron mucho más que un par de amplias sonrisas.
¿Y Vetusta Morla? escucho preguntar allí a lo lejos. Pues que, con un sonido casi perfecto, estuvieron solo bien. Que tengo la sensación de que alguno de sus componentes empieza a estar aburrido de tocar cada noche lo mismo. Que a lo mejor a mí me pasaría lo mismo. Que me da rabia que para emocionarme con ellos tenga que escuchar cualquiera de sus tres discos: inmejorable el primero, grandísimo el segundo y gigante el tercero. Que quizá sea un problema mío, aunque por la reacción de mucha parte del público que les vimos el sábado, creo que la sensación se extiende peligrosamente. Y que, sin embargo y por supuesto, lo seguiré intentando.

2 respuestas a “Sonorama '15. Yo solo quería que me llevaras a bailar… Y me llevaste”

  1. Pues me has dado un poco de envidia, pero solo un poco. Hace muchos años que no veo a Xoel Lopez. y ya va tocando.

    1. Estuvo tremendo, compañero. Como acostumbra, por otra parte 🙂

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