Antes de nada, reconoceré mis pecados. Primero, el mortal. Escucho, desde hace tiempo y con atención, a Arizona Baby y a Corizonas, pero reconozco que sin la emoción que la mayoría, aproximadamente doce de cada diez, encuentra en su música y sus canciones. Segundo, el venial. Hasta hace unas horas, lo único que envidiaba de Javier Vielba era su profética y descomunal barba. Ahora, además de aquella infranqueable mata de pelo, también me gustaría poseer, aunque solo por un rato fuera, su eterna sonrisa, su valentía para subirse solo a un escenario y su talento para hacer buenas canciones.
Pocas sensaciones mejores que aquella que habla de llegar a un concierto a dejarse sorprender. Había escuchado de pasada el disco del nuevo proyecto de Vielba, El Meister, pero, claramente lo reconozco ahora, sin la atención que se merece. Ayudado de programación electrónica, percusión, guitarra y toneladas de perenne buen rollo, el vallisoletano facturó un concierto que, en cada uno de sus extremos, agradó a los poquitos que nos acercamos al Potemkim a verle cantar.
Hubo tiempo para todo. Para repasar esas profundas letras de “Bestiario”, su primera obra en solitario, dejar fantásticos y bohemios adelantos de próximas producciones, cantar romances castellanos y protagonizar versiones varias, desde ese fantástico “Sueño con serpientes”, de Silvio Rodríguez hasta “Autosuficiencia”, de Parálisis Permanente. Si es cierto eso de que los extremos se tocan, que claro que lo es, Vielba se situó en ese punto medio en el que dicen que está la virtud, ese en el que las churras parecen merinas y viceversa, ese mágico lugar en el que uno reconoce el buen hacer sin límite y en el que, otra vez, aparece el milagro de la música en directo.
Fecha: 28 de noviembre de 2014.
Lugar: Potemkim (Salamanca).
Músico: Javier Vielba (guitarra, percusión, programación y voz).