Sobre el escenario, cinco hombres en permanente estado de gracia. Tocados por la varita mágica del talento desmedido. Decir que Nacho García hace lo correcto a la batería sería sobrevalorar lo correcto hasta convertirlo en algo inalcanzable. Alfonso Ferrer es aún muchísimo mejor bajista que expresivo y contorsionista intérprete. Amable Rodríguez actúa siempre de perfil y eso solo queda para los elegidos. Charlie Bautista es lo mejor que le ha podido pasar a la música española. Y Jero Romero… Romero es la repera en verso, en esos versos que convierten sus canciones en fantásticas poesías.
Lo preveía, pero no viví un concierto normal en la mítica Joy Eslava la otra noche. Ni por ese comienzo, en el que el cantante toledano dedicó su actuación a los que hicimos algunos cientos de kilómetros para verlo, -¡gracias!-, y a los menores de edad que no habían podido asistir “quedándose en casa viendo en la tele cosas para las que sí están preparados”; ni por ese final, emocionante y emotivo a rabiar con cinco tipos estrujándose en círculo en el escenario, dándose las gracias por existir y por hacer lo que acababan de hacer.
Y en el medio, conciertazo con mayúsculas. En alguna entrevista reciente leí a un Jero Romero fino y certero hablar de que su segundo disco en solitario, el ya imprescindible “La grieta”, era obra de cinco tipos y no solo suya. Y nada quedó más claro en la inolvidable velada sabatina. Solo hizo falta disfrutar de los innumerables e inmensos momentos instrumentales que se gastaron en prácticamente todas las canciones que compusieron un repertorio tan completo como medido.
Tuvo el detallazo Romero de presentar las canciones de su segundo disco y, para solaz y regocijo de propios y sobre todo de extraños, también las del primero. Esa segunda obra, “La grieta”, no la hace cualquiera. Se trata de un trabajo coral compuesto de pequeñas joyas llenas de aristas pero, en el fondo, vestido de claridad meridiana. Un riesgo no apto para todos los oídos, pero de sorprendente recompensa para el que lo atrapa. Sonaron todas. Y todas extraordinariamente bien, incluida esa maravilla titulada “Los columpios”, cancionaca de prodigiosa factura también en directo.
Y el entregado público cantó, prácticamente y de principio a fin, la inmensa totalidad de las piezas que compusieron aquel fantástico “Cabeza de león”, aquel principio de todo, aquella mitad del círculo, aquel desinhibido ejercicio de inteligente sencillez.
Confirmaron Romero y su banda que, mal que algunos les siga pesando, no solo existe lo que más suena. Confirmamos todos los presentes que fuimos muy felices al escucharlos y que seguiremos, orgullosos, explicando a quien nos quiera oír quién es ese tipo de Toledo que nos hace sentir sin límite. “¿Que vas a ver a quién?”, sigan, sigan preguntando.
Fecha: 8 de noviembre de 2014.
Lugar: Joy Eslava (Madrid).
Músicos: Jero Romero (guitarra y voz), Charlie Bautista (guitarras, percusiones y voz), Amable Rodríguez (guitarras), Alfonso Ferrer (bajo) y Nacho García (batería).