16 de julio. Disco Las Palmeras

La canción de las 14:09. Hace unos cuantos añitos vi a tres chavales gallegos actuando sobre el escenario de mi añorado Ebrovisión. Tocaban sin bajo, hacían mucho ruido y yo no estaba preparado para tanto. Ellos han cambiado y yo no me he quedado atrás. Busco información sobre su último disco, “Cálida” se llama, y tropiezo con la expresión que más odio en este momento. Resulta que quien escribe dice que para hacerlo “han salido de su zona de confort” y, al instante, otro gatito muere en algún lugar del mundo. Añagazas literarias aparte, confirmo que es un trabajo fantástico. Este potente “Pequeño drama” lo atestigua.

13 de julio. Las Chillers

La canción de las 11:33. Nunca fui yo mucho de Mecano, aunque les reconozco el mérito de que, sin yo saberlo, me supiera las letras de todas sus canciones. Lo pude comprobar en un concierto, aquí en mi ciudad, allí en mi prehistoria. Tropecientos años después, su mítica y premonitoria “Mujer contra mujer” ha caído en las afiladas garras de Las Chillers, un sexteto femenino experto en versiones que se  autodenomina como el grupo del pueblo y que dice representar el chonismo ilustrado. Con todo ello, este clasicazo no suena nada mal a ritmo de rock.

11 de julio. Ljubliana & The Seawolf

La canción de las 14:18. Como aprendiz de cartógrafo que siempre fui, supe que Ljubliana era la ciudad más importante de Eslovenia mucho antes de que falleciera el plenipotenciario mariscal Tito. Para mucho, cierto, no sirve, pero tampoco ocupa demasiado. Si juntamos ese tan biensonante lugar con un lobo de mar llegamos a un grupo barcelonés que, al menos esta mañana, me tiene realmente encantado. Hacen, dicen, música experimental. El adjetivo, casi como cualquier otro, me vale.

10 de julio. Zabriskie

La canción de las 11:16. Un día de mi otra vida vi un cartel que indicaba el desvío a Zabriskie Point. Pese a no ser verano, hacía un calor inhumano en aquel tenebrosamente espectacular Valle de la Muerte californiano. Una década después, el nombrecito de marras vuelve a mi cabeza en forma de música. El leonés Juan Marigorta lleva años con el proyecto de Zabriskie a cuestas, y esta vez parece la definitiva. Su esperado regreso, con esta canción popera de manual llamada “Oxigenar”, promete y hasta da calorcito.

9 de julio. Silent James

La canción de las 17:58. Regreso del mar como siempre que regreso del mar. Recuperado, aunque no sepa muy bien de qué. Ya en trivial tierra firme me topo con Jaume Benedito, un tipo catalán afincado en Andorra, imagino que no por motivos fiscales, que hace muy buena música en inglés y con la británica denominación de Silent James. Me gusta bastante lo que le oigo, aunque me pierde definitivamente este breve “Travel to Mars”, sentido y precioso homenaje, eso me parece a mí al menos, al más británico de todos, el gran Neil Hannon, líder de The Divine Comedy. Con aquel imperial “Tonight we fly” empezó todo.

7 de julio. Carletti Porta

La canción de las 11:47. En ocasiones veo muertos y, a ratos, fantásticos nombres de músicos hasta ese momento desconocidos. Y rezo porque al pinchar en alguno de sus enlaces, lo que de allí salga me guste. Me acaba de suceder con el albaceteño Carlos Navarro Porta, cuyo nombre artístico, Carletti Porta, es poco menos que encantador. Pronto tendrá nueva producción para solaz de propios y sobre todo de extraños, pero hace un par de años recetó un EP de cuatro canciones que vale más que muchos álbumes completos de tantos y tantos. De aquel polvo, “Caballero” se llamaba, rescato en soleada mañana sabatina este “Vendaval”; de todo menos lodo.

6 de julio. The Flamingos Bite

La canción de las 12:31. Todo lo que toca Carolina de Juan, Nina para todos los amigos y seguidores de la mejor cantante española del momento, lo convierte en oro musical. Todo, salvo lo que ya era bellísimo de por sí. Encuentro a The Flamingos Bite, un bandón de mucho cuidado, llevado por el consejo de un común amigo, grandísimo músico por cierto. En el cuidadísimo vídeo percibo, además, la presencia al teclado de Víctor López Pescador, con el que salto sin parar cada vez que tengo la suerte de presenciar el desparrame sideral de Ángel Stanich en directo. El círculo mágico de la música bien hecha, en fin.

5 de julio. Wind Atlas

La canción de las 17:54. Las nubes no dejan lucir el azul del cielo en mi ciudad. A ratos, la habitación desde la que habitualmente escribo se oscurece casi por completo. Es en uno de esos momentos de claridad abortada cuando suena la inclasificable voz de Andrea P. Latorre (no sé qué se esconderá detrás de esa P y ese punto, pero mucho mejor así que poner, por ejemplo, un vulgar Pérez). Es la cantante de un extraño y curioso grupo barcelonés llamado Wind Atlas. Escuchando este “Desertor” algo me lleva a Lisa Gerrard y sus también arrebatadoramente raros Dead Can Dance.

3 de julio. First Breath After Coma

La canción de las 11:51. Detengo por un momento la búsqueda de músicas patrias, pero sólo a medias. Primero, porque el regalo de hoy parte de una recomendación de mis adorados Rufus T. Firefly y segundo, y aún más relevante, porque, en el fondo y en la forma, siento que comparto mucho más que altisonantes bravuconadas banderiles con muchos adorables portugueses. Leo que First Breath After Coma tomaron su esclarecedora denominación de una canción de los tejanos Explosions in the Sky (a quienes tampoco conozco) y que viven en Leiria. Sueño ya con volver a pisar la fina arena que lleva al mar portugués y si es escuchándoles, mucho mejor.