La canción de las 14:42. Combato los rigores del calor pertinaz, bien en la piscina, bien hibernando. Lo primero lo hago a menudo, entrando y saliendo del agua de manera compulsiva por temor a que los dedos se me escareen (verbo infantil donde los haya). Lo segundo lo llevo a cabo desde hace un rato, justo desde el momento en el que me crucé con los barceloneses hermanos Bernal. Ella, Elisa, él, Eloy; con padres a los que les encantan los nombres que empiezan por El. Escuchando este tranquilo y bellísimo “Por amar” en invernal bucle tened por seguro que soportaría el más anticiclónico de los estíos.