La canción de las 12:08. No tratemos de entender la barbarie. En principio, y hasta donde yo puedo saber, no somos bárbaros. Por eso nos cuesta comprender lo horrible que pasa a nuestro alrededor. No nos queda mucho más que llorar. Somos demasiados en este mundo como para que éste no contenga, siempre, un porcentaje, máximo o mínimo según las épocas, de animales sin ningún corazón. No seré yo como los políticos de turno que, haciendo lo que deben, anuncian el triunfo definitivo sobre la barbarie. Matar es tan fácil que yo mismo lo podría hacer esta misma mañana varias veces. Recordando a los muertos de París y a sus familias, llorando por ellos, esta impagable melodía resonaba en mi conciencia. Karl Jenkins compuso hace un par de décadas ya esta maravilla titulada “Adiemus”. Quien nos la dio a conocer, el gran Ramón Trecet, despedía siempre su programa de radio con aquel “Buscad la belleza, es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo”. Pues eso.